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jueves, 28 de febrero de 2013

El cambio climático y nuestra salud

El cambio climático es algo que empieza a preocupar desde hace pocos años. Pero, ¿la contaminación atmosférica? El problema de la contaminación y daños de la capa de Ozono es tan visible como real. Las consecuencias principales y más inmediatas son el aumento de temperatura global, el deshielo de los polos, la reducción de la protección propia de la atmósfera terrestre, más cáncer de piel… Por no hablar de la contaminación del aire.

El aire, esa materia formada por hidrógeno, dióxido de carbono, nitrógeno, oxígeno, vapor de agua y otros gases nobles, es cada vez más escaso (en estado puro, me refiero) Lo que respiramos cada día no es más que un compendio entre enfermedades, gases contaminantes y un pequeño porcentaje de oxígeno. ¿Pero es suficiente? No. Cada vez más la calidad de aire se va reduciendo, aumentándose los problemas respiratorios tales como el asma, o enfermedades como la Legionella. Es necesario mantener un buen filtrado de aire, sobre todo en hospitales.

Es imprescindible no emitir tantos gases contaminantes, pero como eso no está en nuestro poder, hagamos algo que sí podemos controlar. A la larga las nuevas generaciones lo agradecerán. Estoy hablando de implicarnos a fondo con la calidad de aire, para mejorar nuestra atmósfera, nuestro entorno y nuestro bienestar.

El aire nos aporta lo básico para poder sobrevivir y, junto con el agua, son elementos esenciales para la vida, tanto humana como animal y vegetal. Además, el aire tiene esa capacidad de transportar fácilmente partículas, enfermedades y demás componentes nocivos para nuestra salud. No es culpa suya, la ligereza de su composición le permite ser un soporte y un transporte. Es por eso por lo que hay que reducir emisiones, concienciarnos más con la higiene de los focos de enfermedad (como los hospitales) y extender esta costumbre de buena calidad de aire a otros edificios como oficinas, viviendas, y fábricas.

Todos sabemos que es imposible evitar contaminar. Siempre vamos a hacerlo aunque sea de forma indirecta. Lo que hay que procurar es reducir las cantidades, lo que esté en nuestras manos. Preservar el oxígeno puro, reducir las emisiones de gases, la contaminación acústica y atmosférica, evitar que se produzca la lluvia ácida y la rotura del Ozono, detener el deshielo de los polos, parar el cambio climático…Hay tantas situaciones que requieren de nuestra atención y no nos damos ni cuenta. Colaboremos más, impliquémonos en el cambio, mejoremos el planeta y aseguremos un buen lugar a nuestros hijos. Todo empieza por mejorar la calidad de aire.

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